El ciervo de cerinea

La Cierva de Cerinea  era una criatura fantástica de la mitología griega. Fue el tercero de los trabajos de Hércules.
Euristeo le pidió que se la llevase, Heracles debía de atrapar a la cierva para llevarla sana y salva a Micenas. La Cierva de Cerinea no era un animal normal ya que tenía pezuñas de bronce y cornamenta de oro, consagrada por la pléyade Táigete a la diosa Artemisa, la única de las cinco que consiguió escapar  cuando la diosa trato de atraparlas para engancharlas a su carro.
Su velocidad era tal, que ni las flechas de Hércules conseguían alcanzarla, pero después de un año de intentos fallidos, lo consiguió mientras pastaba en el país de los Hiperbóreos. Era consciente de que no podía derramar una sola gota de sangre ya que tendría que dar explicaciones y ser castigado por Euristeo, para ello le atravesó ambas patas traseras con una flecha de tal modo que desgarrara el tendón y el hueso, para inmovilizarla, apresarla y emprender su viaje de vuelta a Micenas.


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